Regar con abundante confianza


Puede haber equipos buenos, buenísimos, menos buenos.... pero en todos ellos debe existir un denominador común: la confianza. Que no exista confianza entre todos y cada uno de los miembros de un equipo, es un síntoma de que no existe tal equipo.
(RAE) Confiar: Depositar en alguien, sin más seguridad que la buena fe y la opinión que de él se tiene, la hacienda, el secreto o cualquier otra cosa.
Está claro que existen diferentes niveles de confianza, pero hay un mínimo que creo que es un requisito imprescindible.
¿Confío en mis compañeros de equipo? Todos deberíamos plantearnos esta pregunta. Mi respuesta: SI, sin duda alguna. Confío plenamente en la PO del equipo y en todos y cada uno de los desarrolladores que lo componemos.
Pero esto no ha sido siempre así. A pesar de llevar años trabajando y pensar que lo hacía en equipos, me he dado cuenta de que hay un nivel de confianza mínimo al que no siempre había llegado. 
A grandes rasgos, se me ocurren 3 tipos de confianza que no pueden faltar en un equipo (además de la confianza en uno mismo): 
Confianza para delegar el trabajo. Saber que cualquiera del equipo puede hacer cualquier tarea a la que se enfrente. El resto de personas del equipo no tienen por qué hacer las cosas del modo que yo las haría, pero tengo la certeza de que lo harán considerando la mejor opción y siempre pensando en el bien del equipo.
Confianza para hablar. Saber que cualquier opinión positiva o constructiva puede darse dentro del equipo. Puedo decir libremente y con respeto mi opinión a los miembros del equipo y soy capaz de recibirlas igualmente. Se que todo lo que nos digamos es por el bien personal (en primera instancia) y por el bien del equipo. No existen las críticas: sólo puntos débiles a mejorar y puntos a seguir haciendo bien.
Confianza extra-laboral. Saber que puedes contar con el resto de las personas en tu día a día. Puedo salir a tomar un café, salir de farra, hablar de mis problemas y alegrías personales con mis compañeros. 

Corta, pega y colorea

Estaba leyendo el otro día “Radical, el éxito de una empresa sorprendente - Ricardo Semler” (que me va a dar para más de un post) y me encontré (de nuevo) con la anécdota de los picadores de piedra.

Me pregunté a mi misma, ¿qué haces?. ¡Vaya pregunta! Hago java. Digo... no, hago aplicaciones web en java, digo... creo que... productos utilizando Java para... ¡Uf!
En resumen: obsesión por Java.

Después de un rato de reflexión, llegué a la conclusión de que no “sólo hago Java” (¡menos mal!). Sin embargo, también me di cuenta, de que en general nos obsesionamos por ser expertos en algo y de ahí no me saques. La primera parte no me chirría, pero la segunda.....

Mi parte es java y si quieres que haga lo de las pantallas.... bueno ya haré un poco de corta, pega y colorea a ver qué sale.